Ya hemos explicado un poco de
éste tema en entradas anteriores pero creo que es importante para muchos
dejarlo más claro, las fantasías que podamos tener no deberían ser un problema,
no importa el tema, es parte de un mundo imaginario que no puede hacerse real
hasta que nos pongamos en acción, sin embargo uno de los peligros es que la
fantasía poco a poco nos robe tiempo que pudiéramos dedicar a otras cosas
productivas o benéficas para alguien, si eso pasa y nos incomoda podemos usar
técnicas para distraernos o sustituir la conducta.
Pero si nos examinamos un poco
más a profundidad, veremos que la fantasía es sólo la punta del iceberg, es
decir, indica que hay algo en nosotros que no se adapta a la realidad, algo que,
en lugar de enfrentar y comprometerse con lo externo a nuestra persona,
prefiere distraerse, evadir, evitar o sustituir lo que es difícil de aceptar o
incómodo de afrontar. Por ello, cuanto menos seamos capaces de superar las
dificultades, más probable es que sea un problema, ya que en esos casos si
puede terminar en una falta de contacto con la realidad, es decir, alguna
enfermedad mental. En otras palabras, no voy a volverme “loco” por fantasear
demasiado, sino que, a veces fantaseo demasiado porque mis recursos emocionales
son débiles o la situación es demasiado “fuerte” para soportar y en ése caso no
serían las fantasías lo que provoca la enfermedad, sino que sería sólo un síntoma
de algo más grande.
Pero no sólo debemos preocuparnos
de la “locura” sino que podemos enfocarnos en un sentido más profundo, es decir,
como humanos ¿es malo gastar el poco tiempo que tenemos en éste mundo en fantasear?
Nuestra vida despierta siempre será una lucha entre exigencias en conflicto
donde todas competirán para alcanzar nuevos límites, así que, dentro de nuestras
posibilidades es crucial que tomemos las decisiones correctas, formemos los
hábitos correctos y cultivemos los ideales correctos. Es decir, nuestro deber
humano es tener una escala de valores que nos permita poner todo en perspectiva
y así darle los recursos necesarios a cada cosa, tanto de tiempo, como de
energía y atención, en última instancia, en una época de innumerables e intensos
entretenimientos a veces nos falta el discernimiento, la fuerza de voluntad o
desarrollamos los valores equivocados y con ello obtenemos un bienestar menguado;
fracasamos en enriquecer nuestra psique, cultivar nuestra salud o alcanzar
nuestras metas, lo cual provoca un círculo vicioso porque nos provoca
insatisfacción y culpa que nos lleva a la fantasía y así sucesivamente.
Lo contrario de la fantasía
es una vida de libertad, una que se gasta no buscando refugio de nosotros y del
mundo sino en aceptar de verdad el reto de la existencia.
Una forma de vivir en libertad
(sin tanta fantasía) es siendo agradecidos, es decir, dándole su importancia a
cada momento, evento, persona o lugar, pero de ello hablaremos en otra entrada.